Esta semana santa, la he vivido de una manera muy diferente. Mi nombre es Javier, me encuentro en proceso de discernimiento con los Carmelitas Descalzos. Todo comenzó por la lectura de un libro de santa Teresa de Jesús, El Libro de la Vida; este libro es sencillamente la vida de la santa, relatado por ella; desde su carne, desde su sentir y su experiencia, de manera muy transparente y, por lo tanto, también de manera muy humana. Todo esto te permite empatizar fácilmente con ella; y eso fue lo que me pasó. A través de este libro, llegué a tener más luz respecto a inquietudes, dudas y necesidades, aparte de completar algunas ideas y darle un orden más adecuado a las cosas. Y bendito Dios, la verdad que a veces uno ve a los santos tan lejanos, pero la santa se presenta cercana, no por encima ni por debajo, si no a la par (y miren que desde aquí irradia el carisma del carmelita); todo esto me permitió espejear un poco con su persona. De aquí nace, a grandes rasgos, y entre muchas otras cosas, mi inquietud por explorarme en la vocación de la vida consagrada, como un fraile carmelita.

Investigando un poco sobre los carmelitas en la provincia de México me encuentro con algo llamado PROVOCAR; esto consta básicamente de tres jornadas vocacionales, en donde conocemos a los frailes y su vida como carmelitas descalzos, conocemos el carisma de la orden (y no solo por escrito, sino viéndolo en la persona de los frailes y haciéndonos partícipes de ello), también nos hacen profundizar en el autoconocimiento a través de Dios (punto clave del carisma) y a ser conscientes, honestos y responsables con lo que puede ser el llamado de Dios a la vida religiosa. Todo esto acompañados, por los frailes, que con un oído siempre atento y conversaciones muy gratas (con muy buen humor) se muestran como amigos y, aunque ellos no presumen de ello, como gente de Dios.

Carmelitas Descalzos
Carmelitas Descalzos

Después de haber vivido estos tres encuentros podría decir que he vuelto siendo otro, completamente nuevo, diferente y renovado, pero la verdad es que no, ¡y qué bueno!; he vuelto siendo más yo que nunca y que bien se siente conocernos y habitar en donde nos toca, con atributos y defectos, aciertos y errores, fortalezas y debilidades, en libertad, en amor y en relación. He vuelto con una idea de un Dios cercano, con quien se puede dialogar, a quien le puedes proponer, que te entiende y te apoya, tanto como a un padre y hasta como un amigo. He vuelto con nuevos amigos, gente que se ha mostrado con transparencia y que con mucho valor se han mostrado vulnerables. Dios mío, qué hermoso es el Carmelo, que lleno está de tu presencia y de tu humanidad, porque tú también fuiste carne, Señor, tú también fuiste humano, por amor a nosotros, qué hermoso es conocerte allí también. Cuanto necesita el mundo en la actualidad al Carmelo (o al menos, ¡cuánto lo necesitaba yo!). La experiencia del Carmelo te hace recordar que vienes del barro, que eres carne y humanidad, pero también creación de Dios. El Carmelo es tierra sostenida por Dios.

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