Queridos hermanos, es una realidad que el hombre y la mujer de hoy están acostumbrados a vivir y confiar en los espejismos del dinero, del poder, de la belleza, del placer, como si estos fueran capaces de llenar las más profundas ansias de la felicidad humana.

Por desgracia, queridos hermanos, estos espejismos, o disfraces de la felicidad, son solo eso: unos disfraces. Disfraces inalcanzables de la felicidad, que con el tiempo acaban agotando las fuerzas, las ilusiones, dejando a uno vacío de esperanzas y esclavizado en las modas y en los gustos temporales que el mundo va ofreciendo.

Son muy sabias las palabras de una Santa de la que me gusta mucho su vida, su obra y escritos, me refiero a Santa Teresa De Jesús. Cuando ella dice: “NADA TE TURBE, NADA TE ESPANTE SOLO DIOS BASTA”, queridos hermanos, un mundo que elimina a Cristo de su vida, es mundo que se paganiza, que se corrompe, cae en los vicios propios del mundo. El gran error y algo que yo pude aprender de mi Gran Maestro, el Inolvidable Padre José Gil Portilla, fue que muchas personas, al eliminar a Cristo de su vida; acaban creyendo en cualquier cosa como lo son estrellas, cuarzos, pirámides, santa “monigota”, dinero, sexo, alcohol, drogas o peor aún, hay personas que eliminan de su vida al Dios verdadero y lo sustituyen por falsos dioses como lo he mencionado, ejemplo el dios dinero, el dios del placer, el dios del libertinaje, entre otros.

Al sustituir al Dios verdadero por otros dioses falsos, (como los recién mencionados), vendrá el vacío del alma, es decir, la tristeza, la inseguridad, el miedo, el odio, la infidelidad, la traición a los amigos, entre otros.

Otro Santo que también mencionaré es a San Agustín, quien afirma que el alma está hecha para Dios, y cuáles angustias sufre para alcanzarlo a Él.

Queridos hermanos, los caminos que realmente llevan a la felicidad auténtica y permanente, son los caminos que llevan a Dios. Seguir por estos caminos es caminar en el conocimiento de que se avanza con seguridad y paz, mientras que dejarlos lleva a una espiral que cada vez pide más y más, creándose un vértigo difícil de detener y tras el cual uno acabará rendido, exhausto y deprimido; por desgracia, como sucede con una inmensa cantidad de personas de nuestra sociedad, de nuestra cultura.

¿Conoces tu camino a la felicidad?
¿Conoces tu camino a la felicidad?

¿Cómo encontrar el camino hacia la felicidad?

Pero la pregunta es ¿Cómo encontrar la felicidad, si ni siquiera el hombre es capaz de encontrarse consigo mismo? Esta es la clave más fundamental del problema, porque lo que realmente ocurre es que las personas no nos conocemos personalmente (aunque creamos que SI).

El hombre tiene conocimiento de su propia historia de vida, sabe dónde vive, sabe cuánto dinero tiene ahorrado, etc., pero ¿sabe qué es lo que realmente le hace feliz y cuál es el camino que debe seguir para alcanzar esa felicidad? La madurez de las personas no se mide por el número de experiencias fuertes que ha vivido, sino más bien en cómo se encuentra su ánimo a la hora de enfrentar las dificultades de cada día, las dificultades ordinarias y extraordinarias.

Lo que sí puedo asegurar, queridos hermanos, es que la experiencia demuestra que uno es capaz de asumir responsabilidades en la medida en que vive con paz y felicidad en su interior. Lo contrario es caminar, o más bien correr, por los caminos de la desesperación; incapacitándose para encontrarse con uno mismo y con Dios, y, en cambio, adorar a las ouijas, piedras.

Finalmente, termino estas líneas diciendo que Dios no actúa a través de la cultura, sino a través de la Gracia. No pide a los hombres que sean refinados, sino más bien que sean penitentes. De esta manera Dios nos muestra que llegaremos a ser grandes, no por lo que tenemos, sino por lo que Él nos da.

Donde no está nuestro amado Señor, se encuentran pleitos y guerras; pero donde está presente nuestro Señor, allí todo es suavidad y paz.

Pueden acercarse a nuestra Iglesia Santa, Católica y Apostólica para iniciar o continuar su camino de Fe y a la felicidad.

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