Todos, tanto jóvenes, adultos, como adultos mayores, en algún momento nos hemos encontrado en la necesidad de entablar un diálogo interior con algo más grande que nosotros mismos; generalmente más bien por tener esperanza en los momentos oscuros de nuestras vidas: buscamos un encuentro con Dios. De cualquier manera, es de considerar que en algún punto de nuestras vidas naturalmente sale a flote la necesidad que tenemos de Dios, admitámoslo.

Se dice que la oración es la vía de comunicación más directa que tenemos con Dios. Por lo tanto, es importante no subestimar, ni desperdiciar este gran medio. Sigue leyendo este post para saber cómo tener un encuentro con Dios.

En la oración mental empleamos nuestras propias ideas y palabras para comunicarnos con Dios (porque también está la oración de fórmula), toda esta oración encierra nuestros afectos, intereses, temores, alegrías, sufrimientos, etc. Y es que, a través de todo esto es que podemos entablar una relación de amistad con Dios mismo; tal como lo relatan los grandes santos de nuestra Iglesia, modelos de la vida cristiana que estamos llamados a llevar.

Claro que para llegar a una amistad sana, sólida y fructífera es necesario que quienes participan de esta amistad se conozcan. De hecho a través de nuestras amistades, de quienes hemos escogido por ser en algún sentido afines a nosotros, llegamos a conocer a las personas, pero también nos ayuda a conocernos a nosotros mismos. Bien podríamos decir que, en una amistad ambas partes se nutren mutuamente; ya que viven, experimentan, comparten y crecen.

Sin embargo, la oración nos ofrece un encuentro no con alguien semejante y necesitado de nuestro conocimiento y experiencia, sino con Dios mismo, fuente inagotable de amor, sabiduría y vida. Es pues un encuentro con el autor de nuestra vida, un encuentro con Dios (como bien se expresa en Jeremías 1:5); no hay quien nos conozca mejor, que conozca lo que es verdadero y genuino en nosotros (y cabe decir que nos conoce mejor que nosotros mismos), es por ello que en la oración no solo encontramos con quién desahogarnos y a quién pedir, sino que también encontramos dirección y claridad para nuestras vidas.

Más aún, la oración es un diálogo, que sin duda es el más importante y necesario en nuestras vidas. La oración no tendría sentido sí solo se tratara de nosotros hablando y Dios escuchando. Sí, nos ayuda a conocernos a nosotros, pero a través de Dios; por eso también nos permite conocerlo y experimentarlo, nos permite limar asperezas y prejuicios respecto a las ideas que tenemos de Él; en otras palabras, entablar una amistad con Dios.

La oración, encuentro con Dios
La oración, encuentro con Dios

Muchos santos han escrito sobre lo necesaria que es la oración para un cristiano, de todos ellos Santa Teresa de Avila, Doctora de la Iglesia, lo describe de manera práctica y concisa. En el libro autobiográfico de la santa, El Libro de la Vida (específicamente en el capítulo 11); describe las almas como un huerto necesitado de cuidados, y la oración como el medio a través del cual hemos de trabajar para conseguir el agua.

Bendito seas Señor, qué gloriosa es tu creación, y qué grande tu misericordia, ya que nunca nos dejas solos y estas al alcance de cualquiera que clame tu nombre en la necesidad y que con honestidad te busque. Enséñanos Señor a buscar tu amistad, a valorarla, procurarla y agradecerla, porque muchas veces no nos hacemos merecedores de ella; ayúdanos, para que, como a un buen amigo, no solo te busquemos en los tiempos de necesidad, sino para compartir las alegrías, triunfos, sueños y metas. Ayúdanos Dios, a ver la fe, como un regalo tuyo y que todo sea para gloria de tu nombre. Amén.

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